Edmundo Fayanás Escuer
Rebelión
El agua es fuente de vida fundamental y no reemplazable en el ecosistema mundial. Es un bien vital, perteneciendo de forma comunitaria a los habitantes del planeta. Ninguno de ellos, individualmente o en grupo, tiene el derecho de apropiárselo en forma privada. El agua es un bien patrimonial común a la humanidad del que depende la salud personal y colectiva, así como la agricultura, la industria y la vida doméstica.
En medio de esta fiebre por el “oro azul” ha surgido una industria cuyo valor rondó, según estimaciones del Banco Mundial, el billón de dólares, en el año 2001. Entre las principales industrias del sector, se encuentran las corporaciones multinacionales con fines lucrativos, que ofrecen servicios hídricos o venden agua embotellada, logrando grandes beneficios. Actualmente, estamos asistiendo a una burbuja especulativa en torno al agua. Señores esto es el neoliberalismo.
Entiendo, que el agua pertenece a la economía de los bienes comunes y de la riqueza compartida, no a la economía de la acumulación privada o individual. Su acceso debe considerarse como un derecho fundamental, inalienable, individual y colectivo, haciendo de la ética, la base de una buena sociedad humana y una economía justa.
Para el liberalismo económico, a través de sus multinacionales e instituciones financieras, el agua es un bien económico comercial, como el petróleo, un coche o un televisor. Su acceso, es una necesidad vital, pero no un derecho humano esencial. Los seres humanos son consumidores (clientes de un bien) de un servicio, al que pueden acceder a través de mecanismos de mercado. Como vemos, para el liberalismo todo es mercado1.
Las grandes empresas privadas del agua (Betchel, Vivendi2....) y las instituciones financieras y comerciales, usan su escasez para promover un enfoque de la gestión de los recursos hídricos exclusivamente de mercado. Se argumenta que al privatizar los servicios de agua, se introducen “criterios de mercado” para las inversiones, que determinan las fuentes de donde se va a extraer el agua. Según ellos, los consumidores racionan su uso y las suministradoras privadas eliminan las ineficiencias que reducen los beneficios.
Las compañías privadas, por las reglas mismas de los mercados y por su propio historial, está claro, que no son capaces de gestionar responsablemente el planeta. El capitalismo, como desarrollo natural de la historia, es un MITO. Si aceptamos la privatización de las empresas hídricas de propiedad pública, nos están marcando el camino para el desastre de nuestro medio ambiente. Ejemplos claros de la mitología capitalista son las empresas ENRÓN, WORDCOM, PARMALAT3, o el propio sistema financiero, etc.
Numerosas empresas privadas europeas de servicios de aguas deciden invertir en otras empresas menores situadas la mayoría de ellas en los países de América del Sur. Algunas compañías españolas, como Aguas de Barcelona y Aguas de Bilbao, tienen contratos con municipios argentinos y uruguayos.
La mayoría de las empresas, que intervienen en América del Sur, lo hacen a través de filiales locales de las tres principales multinacionales europeas del sector. Las francesas Vivendi y Suez y la alemana RWE-Thames4. Las tres compañías dan servicio de agua corriente y saneamiento a unos trescientos millones de personas, en más de ciento treinta países.
La francesa Vivendi y Suez están clasificados en los puestos 51º y 99º respectivamente en el Global Fortune5, y la alemana RWE-Thames, está en el puesto 53º.
Los ingresos de estas multinacionales se han incrementado al mismo ritmo que se desarrolla las privatizaciones de los sectores públicos. Vivendi obtuvo más de doce mil millones de dólares de beneficios, en el año 2001, frente a los cinco mil millones de dólares de hace diez años. Suez Lyonnaisse des Eaux ganó más de nueve mil millones de dólares, en el año 2001. Las tres empresas tienen unos ingresos anuales conjuntos de casi 160.000 millones de dólares con unas tasas de crecimiento anual que ronda el 10%, superando como podemos comprobar a muchas economías nacionales en las que intervienen.
Como dice el director de Suez, Sr. During “estamos aquí para ganar dinero”. Tarde o temprano la empresa que invierte tiene que recuperar su inversión, lo cual quiere decir que el cliente tiene que pagar por ella. Como las compañías están motivadas por el ánimo de lucro y no por el ideal de servicio público, no tienen ningún estimulo para suministrar agua a las clases sociales desfavorecidas, lo que está en el origen de muchas catástrofes humanitarias.
Las grandes corporaciones intentan controlarla en gran parte del planeta, con el apoyo de las instituciones financiera mundiales, especulándose que en los próximos años, unas pocas empresas privadas posean el control monopolístico de casi el 75% de este recurso vital para la vida.
La empresa española Técnicas Valencianas de Aguas (TECVASA) se crea en 1999, para concursar en las privatizaciones de América del Sur. Esta empresa no tiene ninguna inversión en España, pero ya ha logrado cuatro concesiones con una duración veinte años. Su volumen de negocios, en el año 2001, ronda los 180 millones de dólares, disponiendo de cuatro filiales: Metroagua en Santa Marta (Colombia), AAA Dominicana (Santo Domingo), Anagua (Ecuador) y AAA (Venezuela)
La empresa Vivendi provocó una reacción popular por la carestía del agua en la provincia de Tucumán (Argentina). En Sudáfrica la empresa concesionaria que suministra a la ciudad de Alexandra Township no tuvo problemas para cortarla al 80% de sus habitantes por falta de pago.
La cantidad de fracasos y reversiones al sector público, son muy superiores a cualquier otro sector en la privatización de los sistemas de agua: Cochabamba, Buenos Aires, Atlanta, Mánila, Paris....., que son experiencias modelos para el Banco Mundial, terminan con la devolución de las empresas a entidades públicas, debido a que la población no acepta los precios de las tarifas y las nuevas reglas del servicio. Estas devoluciones conducen a la presentación de denuncias y exigencias de fuertes indemnizaciones por parte de las multinacionales, por la pérdida de estas concesiones y por lo que llaman “lucro cesante”, que no es otra cosa que los beneficios que tiene previsto llevarse y se quieren llevar.
El primer gran conflicto de la privatización del agua sucede en Bolivia. El Banco Mundial exige a este país la privatización de sus servicios hídricos para poder renovarle un préstamo de 25 millones de dólares. Se privatiza el servicio municipal de Cochabamba (ciudad de medio millón de habitantes) a la empresa norteamericana Betchel6.
Esta empresa procede a aumentar de forma exagerada su precio, una vez que se hace cargo de la concesión, provocando que miles de personas tomen las calles de la ciudad para expresar su descontento por un encarecimiento tan brutal. Se acaba con una huelga general, obligando a la multinacional a dejar el servicio privatizado. Betchel ha llevado al gobierno de Bolivia a los tribunales internacionales, exigiendo una indemnización de 25 millones de dólares como compensación por su pérdida de beneficios. Recomiendo ver la película “también la lluvia” de la directora Itziar Bollain.
El pueblo argentino lleva luchando mucho tiempo contra la privatización de la red de agua corriente pública, en manos de la multinacional francesa Suez, que ha provocado graves casos de corrupción, junto con un alto nivel de contaminación del Río de la Plata, redundándole grandes beneficios a la multinacional.
La difícil situación económica de Argentina producida a partir del 2002, es debido al fracaso de la dolarización de su economía, que provoca la depreciación de su moneda. La multinacional Suez amenaza con renunciar a su contrato de Buenos Aires, si no se le asegura contra la fluctuación de la moneda argentina, que le provoca una reducción de benéficos muy importante.
La empresa española Aguas de Bilbao recibe la concesión del departamento de Maldonado en Uruguay, provocando un aumento del precio del servicio y se disparándose los niveles de contaminación de sus recursos hídricos, lo que origina conflictos sociales permanentes.
El general Pinochet vende el 80% de los ríos de Chile al sector privado, con la finalidad de que se utilice el agua para la producción de energía hidroeléctrica y el consumo agrícola. Endesa7 adquiere gran parte de los sistemas fluviales chielenos para desarrollar sus proyectos hidroeléctricos.
Los sectores pobres de Lima (Perú) pagan a empresas privadas hasta tres dólares el m3, transportándola en cubos y estando muchas veces contaminada, mientras que los sectores más poderosos pagan treinta centavos de dólar por m3, por el agua tratada que sale del grifo de sus casas.
Los guatemaltecos presentan una fuerte oposición por la construcción de cinco presas en el río Usumacinta, cuya finalidad es la producción hidroeléctrica y la irrigación para macro cultivos industrializados destinados a la exportación. Mientras se inundan tierras que sirven para producir alimentos para la población local, que la utilizan para su subsistencia provocando importantes procesos migratorios.
Los indígenas de Chiapas en México se enfrentan a Coca Cola, que intenta asegurarse el control de las reservas acuíferas más importantes del país.
La doctora Maya cita, en 1999, a dos países donde las experiencias no han sido satisfactorias por motivos diferentes. En el caso de los Estados Unidos, las privatizaciones ocasionan una caída en picado de la salubridad del agua potable en muchas ciudades. Millones de norteamericanos han estado, entre los años 1993 y 1994, consumiendo agua contaminada con plomo, pesticidas y productos clorados e incluso en otras ocasiones con la presencia masiva de coliformes fecales.
Las privatizaciones realizadas en el Reino Unido, entre 1990 y 1994, significan un aumento inmediato del 55% del precio del agua. Las empresas tienen importantes beneficios, pese a la multiplicación de averías en la red de suministro, que se ve fuertemente deteriorada por la falta de inversiones, con una clarísima degradación general del servicio. Es mínimo el capital privado que invierte en infraestructuras hídricas, para ello ya tiene al Estado. Por eso, cuando se privatizan los servicios públicos de agua, se produce un deterioro del sistema por falta de inversión
España nos muestra como Servicios Públicos de Aguas, son objeto de valoración muy positiva, como el canal de Isabel II (Madrid), la empresa Municipal de Aguas de Sevilla, Palma de Mallorca, Córdoba, Málaga o la del gran Bilbao, mientras que por otro, ha habido auténticos conflictos y escándalos en los intentos de privatización de los servicios públicos en Zaragoza, Huesca o Toledo, que llevan aparejadas fuertes corrupciones políticas.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, comunica en el año 2008 su intención de privatizar el Canal de Isabel II en un porcentaje de un 49%. Esta empresa pública es un modelo de gestión del agua y que además reporta beneficios. Destacándose por su buen funcionamiento. No se entiende ese interés por su privatización si no es, por motivos ideológicos. Todos los madrileños deben de oponerse a esta medida partiendo del hecho que el agua es un derecho humano básico y debe estar fuera de cualquier control de ente privado.
La primera consecuencia de la privatización siempre es la subida de tarifas. Lo mismo debemos recabar de los demás entes públicos que han privatizado sus sistemas hídricos y plantearse devolverlos al sector público del que nunca debieron de salir.
En España, la mitad de los servicios de agua son privados o participados por empresas privadas. Las Administraciones tanto del PP como del PSOE, argumentan que solo traspasan la gestión de los servicios al sector privado. Creen que los grupos empresariales son más eficaces en el mundo del mercado, esto les permite sanear los déficits presupuestarios municipales con el canon que pagan por la concesión, generan inversiones que mejoran la calidad de los servicios, aportan innovación y reducen el coste de la gestión pública.
Sin embargo, la asociación española de operadores públicos de abastecimiento, muestra su disconformidad, pues ellos lo hacen igual y con mucha más transparencia que los entes privados.
La supuesta competitividad tampoco es real. Aseguran que las empresas compiten por hacerse con la concesión, pero que una vez que la consiguen, durante muchos años no tienen que competir. Se hacen con un monopolio natural y sin riesgo. Como dice Pedro Arrojo “el agua es un refugio financiero” y cree que la incorporación de la iniciativa privada también refleja una situación social donde se cree que el mercado es la solución. La idea de que el funcionario es un parásito y los impuestos son malos, da como resultado una mitificación del mercado y una anorexización de la función pública. Las administraciones se encuentran con que cada vez se les pide más y cada vez tienen menos. Entonces se venden los muebles, pero la hipoteca es para los que vienen detrás. Esto lo estamos viendo con el canal de Isabel II en Madrid.
Sirva como modelo a seguir lo sucedido en Paris. Después de 25 años de servicio privatizado del agua, el ayuntamiento optó por rescatar la concesión. Este rescate es debido a la opacidad financiera, una pérdida de control técnico y de la gobernabilidad del sistema de la empresa privada.
Como dice la responsable parisina Anne Le Strat, “la lógica de los operadores privados es financiera, y buscan aumentar los beneficios. Nosotros buscamos que sea un servicio sostenible, perdurable y con equilibrio financiero. Tenemos la estructura, la gobernabilidad y todos los sistemas para ser igual de eficientes. Además se ha firmado un contrato con los ciudadanos que establece los objetivos y los indicadores de prestaciones, lo que permite y nos obliga a un control y evaluación permanente del servicio.
Tras una serie de fracasos de las multinacionales en los países en vías de desarrollo, éstas reivindican ahora una financiación garantizada para no sufrir las fluctuaciones monetarias antes de realizar inversiones en los países del sur, con lo que se ve claramente como buscan el beneficio descarado sin interesarles nada más. El Banco Mundial ha decidido triplicar sus compromisos para la privatización del agua.
La privatización distorsiona todo el problema, al colocar a responsables privados en la posición de vendedores de agua, que la ofrecen solo a aquellos que la pueden pagar en las condiciones, que los primeros quieren ofertar.
El derecho ciudadano se transforma a lo sumo en derecho de consumidor, que son conceptos profundamente diferentes. El primero entraña el poder contar con el producto (la obligación estatal de proveerlo, aún a los que no la tienen), la obligación de protegerla (no agotar las fuentes, renovarlas y acrecentarlas) y la capacidad de la sociedad para demandar en torno a este servicio público. Mientras que, en el segundo se remite a que la empresa no ingrese en insolvencia o incapacidad operativa.
La mejora de los servicios públicos es preferible a la privatización de los recursos de propiedad pública como el agua, los bosques, la pesca o nuestra atmósfera.
El desarrollo y gestión del agua tiene que basarse en un enfoque participativo, que involucre a usuarios, planificadores y administradores en todos lo niveles y en todas las fases. Los sistemas hídricos deben gestionarse en el ámbito local, con criterios y límites que garanticen sistemas equitativos y sostenibles en el ámbito de las cuencas hidrológicas, siempre que sea posible.
En este mundo del negocio, se pretende convertir el agua en un producto más. Hay empresarios que piensan en su exportación a granel mediante mecanismos de desvió a través de gaseoductos, oleoductos o mediante grandes petroleros. Se ha procedido a la reconversión de este tipo de barcos para distribuir el agua en determinadas regiones que están dispuestas a pagar el precio que sea y que tan urgentemente necesitan. Los petroleros más pequeños llevan cargas de agua dulce a las islas Bahamas, mientras que los de mayor capacidad van camino de Japón, Taiwán y Corea.
Varias empresas en el mundo desarrollan tecnologías que les permitan cargar grandes cantidades de agua en grandes sacos herméticos que se remolcan a través de los mares. La compañía Nordic Water de Oslo ha firmado un contrato para la entrega de siete millones de m3 de agua al año en bolsas al norte de Chipre. Durante la llamada “guerra del Golfo” (1991), en la operación Tormenta del Desierto, se utiliza este tipo de sacos de agua para abastecer a las tropas norteamericanas.
¿Es el agua fuente de vida o fuente de lucro? ¿Es un bien natural, vital e insustituible o es un bien económico y una mercancía? Los que sólo buscan el lucro, lo tratan como mercancía. Los que pensamos en la vida, lo vemos como un bien esencial para todos los organismos vivos y para el equilibrio ecológico de la Tierra.
Tener derecho a la vida implica tener derecho al agua potable gratuita. Al existir costes de captación, tratamientos, distribución, uso, rehuso y conservación, estos procesos tienen una dimensión económica innegable, que no debe prevalecer sobre el derecho, antes bien, debe hacerlo real y garantizarlo para todos.
El agua es patrimonio de la Tierra y como tal debe preservarse en el dominio público en todos los tiempos, protegiéndola mediante rigurosas leyes locales, nacionales e internacionales. Lo que está en juego, es la defensa de los bienes comunes, es decir, la idea que a través de nuestras instituciones públicas reconozcamos la existencia de un patrimonio humano y natural común, que ha de ser preservado para las generaciones futuras.
Este recurso vital no debe convertirse en una mercancía que se pretende vender al mejor postor, y que el acceso al agua potable para cubrir nuestras primeras necesidades constituye un derecho humano fundamental. Cada generación debe cerciorarse que sus actividades no empobrezcan su abundancia y su calidad. No se puede escatimar esfuerzos para restablecer la salud de los ecosistemas acuáticos que ya están deteriorados, ni para proteger a los que aún no han sufrido daños.
Desde una nueva concepción del agua, los ríos, lagos y humedales no pueden seguir siendo considerados como simples canales o depósitos de H2O, sino entendidos y destinados como ecosistemas vivos.
De la salud y funcionalidad de estos, se derivan otros muchos servicios y valores sociales, ambientales y emocionales, más allá del valor del agua dulce como recurso económico. Si queremos hablar de gobernabilidad del agua, es preciso identificar y reconocer los valores y funciones en juego. Por ello, el agua es uno de los derechos humanos básicos y en consecuencia, el agua debe ser siempre un bien público.
El objetivo de este proyecto es denunciar a los amos del poder detrás del poder, los Rothschild, Jp Morgan, los Rockefeller, al Grupo Bilderberg, TODOS ELLOS ASESINOS DE MASAS.
martes, 10 de mayo de 2011
“Facebook es la máquina de espionaje más terrible del mundo”
Carlos Alberto Díaz
Agencia Prensa Rural
El fundador de Wikileaks también criticó con fuerza el papel de los medios de comunicación a la hora de manejar la información de los gobiernos.
“Facebook es la máquina más terrible de espionaje jamás inventada. Aquí tenemos la base de datos más completa del mundo sobre las personas, sus relaciones, sus nombres, sus direcciones, sus ubicaciones y las comunicaciones entre ellos, sus familiares, todo accesibles a la inteligencia de EEUU”.
Con estas palabras el fundador de Wikileaks, Julian Assange, en entrevista con Russia Today se refirió al poder de la red social más grande del mundo. Según el líder del popular sitio y principal responsable de la filtración de cables diplomáticos de los embajadores de Estados Unidos en varios países del mundo, hoy en día los cibernautas no tienen garantías de seguridad en la Red y exponen su información personal en Google y Yahoo!.
Assange se refirió a las redes sociales cuando fue cuestionado acerca del papel que han jugado sitios como Facebook y Twitter en la crisis política y social de los países de Medio Oriente. Según él, Facebook no está a cargo de la inteligencia de Estados Unidos.
“Se trata simplemente de que la inteligencia de ese país puede hacer valer la presión legal y política sobre ellos. Y es costoso para ellos entregar los registros uno por uno, así que automatizaron el proceso. Todo el mundo debe entender que cuando se suman sus amigos a Facebook lo que hacen es trabajar gratis para las agencias de los estadounidenses en la construcción de una base de datos”, aseguró.
El fundador del polémico Wikileaks, además de referirse sobre la metodología para la difusión alrededor del mundo de la información filtrada, cuestionó fuertemente la labor de los medios de comunicación. Según él, hay que preguntarse si el mundo no estaría mejor sin ellos por completo, “son tan distorsionadores de cómo es el mundo realmente y sobre las guerras y la corrupción de los gobiernos”.
Finalmente, dijo que su principal enemigo es la ignorancia. “Ahora, la pregunta es, ¿quién es el promotor de la ignorancia? Bueno, las organizaciones que tratan de mantener las cosas en secreto, y las organizaciones que distorsionan la información veraz para que sea falsa”.
En el siguiente video se muestran otros apartes de la entrevista con Assange:
(Si no domina el inglés, haga clic en el botón del triángulo, en la parte inferior del video, luego seleccione ‘Activar subtítulos’, ubique el cursor sobre el triángulo –flecha–, ‘Transcribir audio’. Así, podrá leer los subtítulos en inglés. Si tampoco entiende el inglés escrito, vuelva a poner el cursor sobre el segundo triángulo, haga clic en ‘Traducir subtítulos’ y finalmente, escoja la opción ‘Español’ y haga clic en el botón ‘Traducir’. Así, verá el video subtitulado con el servicio experimental de transcripción y traducción de YouTube, que puede presentar algunas incoherencias).
Agencia Prensa Rural
El fundador de Wikileaks también criticó con fuerza el papel de los medios de comunicación a la hora de manejar la información de los gobiernos.
“Facebook es la máquina más terrible de espionaje jamás inventada. Aquí tenemos la base de datos más completa del mundo sobre las personas, sus relaciones, sus nombres, sus direcciones, sus ubicaciones y las comunicaciones entre ellos, sus familiares, todo accesibles a la inteligencia de EEUU”.
Con estas palabras el fundador de Wikileaks, Julian Assange, en entrevista con Russia Today se refirió al poder de la red social más grande del mundo. Según el líder del popular sitio y principal responsable de la filtración de cables diplomáticos de los embajadores de Estados Unidos en varios países del mundo, hoy en día los cibernautas no tienen garantías de seguridad en la Red y exponen su información personal en Google y Yahoo!.
Assange se refirió a las redes sociales cuando fue cuestionado acerca del papel que han jugado sitios como Facebook y Twitter en la crisis política y social de los países de Medio Oriente. Según él, Facebook no está a cargo de la inteligencia de Estados Unidos.
“Se trata simplemente de que la inteligencia de ese país puede hacer valer la presión legal y política sobre ellos. Y es costoso para ellos entregar los registros uno por uno, así que automatizaron el proceso. Todo el mundo debe entender que cuando se suman sus amigos a Facebook lo que hacen es trabajar gratis para las agencias de los estadounidenses en la construcción de una base de datos”, aseguró.
El fundador del polémico Wikileaks, además de referirse sobre la metodología para la difusión alrededor del mundo de la información filtrada, cuestionó fuertemente la labor de los medios de comunicación. Según él, hay que preguntarse si el mundo no estaría mejor sin ellos por completo, “son tan distorsionadores de cómo es el mundo realmente y sobre las guerras y la corrupción de los gobiernos”.
Finalmente, dijo que su principal enemigo es la ignorancia. “Ahora, la pregunta es, ¿quién es el promotor de la ignorancia? Bueno, las organizaciones que tratan de mantener las cosas en secreto, y las organizaciones que distorsionan la información veraz para que sea falsa”.
En el siguiente video se muestran otros apartes de la entrevista con Assange:
(Si no domina el inglés, haga clic en el botón del triángulo, en la parte inferior del video, luego seleccione ‘Activar subtítulos’, ubique el cursor sobre el triángulo –flecha–, ‘Transcribir audio’. Así, podrá leer los subtítulos en inglés. Si tampoco entiende el inglés escrito, vuelva a poner el cursor sobre el segundo triángulo, haga clic en ‘Traducir subtítulos’ y finalmente, escoja la opción ‘Español’ y haga clic en el botón ‘Traducir’. Así, verá el video subtitulado con el servicio experimental de transcripción y traducción de YouTube, que puede presentar algunas incoherencias).
http://prensarural.org/spip/spip.php?article5804
domingo, 8 de mayo de 2011
sábado, 7 de mayo de 2011
Despierta
Espartaco, un esclavo gladiador que reunió un ejército de más de 80 mil hombres contra Roma, era un líder totalmente anormal.
Luego de causar múltiples estragos al imperio y después de una seguidilla de victorias inesperadas, la batalla final le llegó a este famoso personaje. Cercado por las tropas romanas, y urgido de animar a sus hombres para lograr la victoria, en el momento en que le trajeron su caballo antes de la batalla, Espartaco súbitamente lo mató con su espada, y luego dijo a sus soldados:
"La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré."
Las legiones romanas provenientes de España, aplastaron al ejército de esclavos. Espartaco pereció con ellos. Perdió la batalla, pero ganó la guerra. ¿Porqué? El éxodo de esclavos del imperio para unirse a este gran ejército y su posterior aniquilación, desestabilizó el sistema de producción romano y generó una serie de incidentes que impactaron fuertemente toda la estructura imperial, que a la postre influyeron en su fragmentación y caída final.
Espartaco era un líder anormal, desafió el sistema prevaleciente, fue la esperanza de libertad de miles y mató a su caballo en señal de entrega total a su causa.
Espartaco vivió anormal, murió anormal, y desató una crisis en el mundo de entonces.
Saca tu espada, mata a tu caballo, llegó la hora de ser anormal.
http://elotroexito.blogspot.com/2008/10/espartaco-era-anormal.html
sábado, 30 de abril de 2011
En España hay más de 5 millones de parados..
Estimados luchadores que han sido erradicados del sistema por su "inutilidad" y que ahora representan un terrible calvario para los políticos inútiles (pero bien utiles según se mire) que buscan sus votos.
Indagar en la historia es algo que puede resultar muy reconfortante, este hombre ha logrado algo que en este momento nos parece impensable, sin embargo, en aquel entonces se vería mucho más imposible.
Desde este humilde blogg se pretende comenzar la construcción de un nuevo modo de vida, el cual se base en el respeto al medio ambiente y por lo tanto a nosotros mismo.
Debemos crear nuevas mini-ciudades, totalmente autosostenibles, es decir productoras de comida y alimentación, fijando proceso industriales a menor escala, respetuosos con el medio ambiente.
Por eso esclavos, propongo humildemente que despierten de su letargo, convocamos a que se unan a este movimiento, todos los hombres de bien, los desheredados del sistema.
Para eso debemos de organizarnos:
Solicitud de inscripción suscrita por cualquiera de los promotores o fundadores del partido, en la que se hará constar nombre y apellidos del solicitante, domicilio y ciudad, número de teléfono de contacto, instando su inscripción
Se acompañará ACTA NOTARIAL, suscrita por los promotores del partido, con expresa constancia de sus datos personales de identificación (nombre y apellidos, número de Documento Nacional de Identidad, domicilio, estado civil, profesión...), en la que se inserten o incorporen los estatutos por los que se regirá la formación política.
Por ser un partido político un tipo particular de asociación, en el que varias personas, con capacidad de obrar, acuerdan voluntariamente su constitución, se solicita que el número de promotores sea superior a tres.
Los estatutos del partido, desde el punto de vista meramente formal, deberán regular, al menos, los siguientes extremos:
Fines, entre los que figurará el promover su participación en las instituciones de carácter político, mediante la formulación de programas y la presentación y apoyo de candidatos en las correspondientes elecciones.
Denominación, que no podrá coincidir con la de otra formación ya inscrita. En base a lo establecido por la Ley 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, es conveniente se haga constar las siglas que adoptará la formación así como el símbolo (dibujo y detallado por escrito), ya que se exigen a la hora de la presentación de candidaturas.
Modelos:
- Estatutos partido andalucista
- Listado de partidos politicos en España
Para más información
Ministerio de Interior: Información Telf: 900 150 000
http://www.mir.es/sites/mir/pciudad/ppoliticos/solicitudes.htm
Necesitaremos fondos para comenzar nuestra construcción de la nueva vida, generando riqueza, a partir de energías renovables, exigiendo tierras inútiles, que gracias a nuestros ingenieros y obreros abandonados por la sociedad a su suerte llevaremos adelante.
Por mi ofrezco todo mi conocimiento adquirido en la creación de estos proyecto, además de mi mano de obras, para repartir el "botín" entre todos nosotros
Cuando veamos que en este blogg que la gente, en paro se organiza, veremos como lo llevara a cabo, pero antes debemos rebelarnos, por tanto organizarnos y conocernos, este no es un movimiento violento, simplemente creemos que se puede hacer cosas mucho mejores de las que se hacen hoy en día.
Somos 5 millones, unamos nuestras fuerza y venceremos.
Spartacus somos todos.
Indagar en la historia es algo que puede resultar muy reconfortante, este hombre ha logrado algo que en este momento nos parece impensable, sin embargo, en aquel entonces se vería mucho más imposible.
Desde este humilde blogg se pretende comenzar la construcción de un nuevo modo de vida, el cual se base en el respeto al medio ambiente y por lo tanto a nosotros mismo.
Debemos crear nuevas mini-ciudades, totalmente autosostenibles, es decir productoras de comida y alimentación, fijando proceso industriales a menor escala, respetuosos con el medio ambiente.
Por eso esclavos, propongo humildemente que despierten de su letargo, convocamos a que se unan a este movimiento, todos los hombres de bien, los desheredados del sistema.
Para eso debemos de organizarnos:
- Formar un partido político, este será nuestro campamento.
- Un ejercito de hombres y mujeres, formados por todos los mencionados anteriormente, los cuales prestaran servicio según su formación.
- Ayudar a todo aquel que se pueda, no pidiendo nada cambio, solo que se una a nuestra causa si la considera justa.
Solicitud de inscripción suscrita por cualquiera de los promotores o fundadores del partido, en la que se hará constar nombre y apellidos del solicitante, domicilio y ciudad, número de teléfono de contacto, instando su inscripción
Se acompañará ACTA NOTARIAL, suscrita por los promotores del partido, con expresa constancia de sus datos personales de identificación (nombre y apellidos, número de Documento Nacional de Identidad, domicilio, estado civil, profesión...), en la que se inserten o incorporen los estatutos por los que se regirá la formación política.
Por ser un partido político un tipo particular de asociación, en el que varias personas, con capacidad de obrar, acuerdan voluntariamente su constitución, se solicita que el número de promotores sea superior a tres.
Los estatutos del partido, desde el punto de vista meramente formal, deberán regular, al menos, los siguientes extremos:
Fines, entre los que figurará el promover su participación en las instituciones de carácter político, mediante la formulación de programas y la presentación y apoyo de candidatos en las correspondientes elecciones.
Denominación, que no podrá coincidir con la de otra formación ya inscrita. En base a lo establecido por la Ley 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, es conveniente se haga constar las siglas que adoptará la formación así como el símbolo (dibujo y detallado por escrito), ya que se exigen a la hora de la presentación de candidaturas.
Modelos:
- Estatutos partido andalucista
- Listado de partidos politicos en España
Para más información
Ministerio de Interior: Información Telf: 900 150 000
http://www.mir.es/sites/mir/pciudad/ppoliticos/solicitudes.htm
Necesitaremos fondos para comenzar nuestra construcción de la nueva vida, generando riqueza, a partir de energías renovables, exigiendo tierras inútiles, que gracias a nuestros ingenieros y obreros abandonados por la sociedad a su suerte llevaremos adelante.
Por mi ofrezco todo mi conocimiento adquirido en la creación de estos proyecto, además de mi mano de obras, para repartir el "botín" entre todos nosotros
Cuando veamos que en este blogg que la gente, en paro se organiza, veremos como lo llevara a cabo, pero antes debemos rebelarnos, por tanto organizarnos y conocernos, este no es un movimiento violento, simplemente creemos que se puede hacer cosas mucho mejores de las que se hacen hoy en día.
Somos 5 millones, unamos nuestras fuerza y venceremos.
Spartacus somos todos.
Espartaco de Roma
Aquellos días, los viajeros que acudían a Roma o salían de ella por la vía Apia presenciaban a lo largo de varios kilómetros el castigo ejemplar de seis mil hombres crucificados. Ningún viajero ignoraba la existencia de aquellos cuerpos desnudos que colgaban de un crucifijo de pino fresco que aún sudaba resina: extenuados, sucios y polvorientos, con las piernas hinchadas. Los viajeros que declaraban el propósito de no mirar, de mantener la vista al frente a lo largo del camino, acabarían percibiendo el olor dulzón, incómodo, de la carne putrefacta, y quizá apartarían con un gesto de asco los insectos que a veces revoloteaban junto a sus rostros. ¿No era de mal gusto que la hermosa y noble vía Apia, construida dos siglos antes y que enlazaba la urbe con Capua, donde se hallaban las más importantes industrias de perfume del mundo, se impregnara del olor de los esclavos muertos?
Pero estos romanos eran los mismos que se complacían con el espectáculo de dos hombres batiéndose por su vida. Habían pasado casi siete siglos desde que Rómulo fundó Roma. Aquel poblado entre siete colinas junto al río T íber era ya una ciudad grande y próspera. Que Roma fuera la ciudad más poderosa del Mediterráneo se debía precisamente a su fuerza, y a la crueldad con que tal fuerza se aplicaba. El castigo brutal de un criminal o de un rebelde no era ninguna novedad. Roma había sometido una a una a todas las ciudades enemigas, y apenas setenta años antes había vencido finalmente a su rival, la africana Cartago, de la que no había dejado piedra sobre piedra. No sólo destruyó sus ejércitos y sus edificios, sino también su memoria. Una civilización sin historia es una civilización definitivamente vencida. De sus rascacielos y de su puerto seguro, soberbia obra de ingeniería en la costa norteafricana de la actual Túnez, sólo quedan trazas que los arqueólogos se empeñan en desenterrar. Roma, que no toleraba traidores, toleraba menos la rivalidad. En la Antigüedad, aun más que en el mundo contemporáneo, el poder se basaba en la fuerza de los ejércitos y sólo podía perdurar si se dominaba sin sombra de duda, de un modo incontestado y absoluto.
Precisamente de Cartago había importado Roma el castigo de la crucifixión. El crucificado agonizaba durante días, hasta cuatro, mientras su cuerpo se iba deformando. Para evitar que se hinchara como una vejiga, se le producía un corte para que sangrara, y de este modo también se adelantaba su final. No era la única técnica importada de Cartago. De ella también habían copiado el régimen de explotación latifundista de los cultivos. A la larga, este proceso de concentración económica sería uno de los factores del declinar de la república romana; como si antes de perecer, la enferma Cartago hubiera inoculado en Roma el virus de su propia decadencia. Cuando la masacre de esclavos tuvo lugar, en el 71 antes de Cristo, ya gobernaba en Roma la última generación de republicanos. Apenas veinte años después, en el 49 a.C., César y sus legiones pasaron el Rubicón, el humilde río situado en la frontera, lo que en la práctica desencadenó la guerra civil e implicó el sometimiento definitivo de las instituciones republicanas a las decisiones del ejército.
La rebelión de los esclavos tuvo lugar en el 73 a.C., cuando un grupo de gladiadores se sublevó en una escuela de entrenamiento en Capua. Su líder, Espartaco, era un tracio que había servido en el ejército de Roma, del que había desertado. Durante un tiempo vivió como partisano, pero fue detenido y vendido en el mercado de esclavos, tal como estipulaba la ley. Los gladiadores fugados se hicieron fuertes en las laderas del Vesubio. Vencieron sucesivamente a los contingentes militares enviados por el Senado y fueron aumentando su número, gracias a las incorporaciones de nuevos esclavos que, estimulados por sus victorias, huían de los pueblos y las tierras junto a los que pasaban. Desde la región de Campania, una multitud de varios miles de liberados marchó al sur, hacia Lucania, la actual Basilicata. Un grupo de germanos, que se había escindido del cuerpo principal y estaba comandado por el gladiador Crixus, fue derrotado por los nuevos cónsules enviados para someterlos. El ejército de Espartaco regresó al norte para enfrentarse a los cónsules, que también fueron derrotados. En su campaña victoriosa, se habían acercado a la frontera norte de los territorios romanos, tenían los Alpes a la vista, pero los esclavos se negaron a abandonar la península itálica y volvieron sobre sus pasos. Se encaminaron entonces hacia la misma Roma, que, debilitada, era una presa fácil. Sin embargo, pasaron de largo y continuaron hacia el sur, de nuevo a Lucania, y de aquí hacia el estrecho de Mesina, con el propósito de embarcar rumbo a la isla de Sicilia. No fue posible, debido a la traición de los piratas que habían acordado proveerles de barcos, y los esclavos se encontraron encerrados en esta estrecha y árida franja de tierra, entre la costa y una larga fosa excavada por el ejército romano a las órdenes de Craso. Según algunos historiadores, esta fosa pudo tener varias decenas de kilómetros de largo. No obstante, Espartaco rompió las defensas romanas y avanzó hacia el norte. En este momento, el ejército rebelde, formado por sesenta mil personas, era de nuevo la fuerza más poderosa en la península itálica. Fueron las divisiones internas las que precipitaron su final. Los galos y los germanos se escindieron del grueso del ejército y fueron derrotados, y posteriormente lo sería el contingente mayor, dirigido por Espartaco, en Calabria.
No es mucho más lo que se sabe sobre la guerra que sostuvieron los gladiadores, que durante dos años trataron en pie de igualdad al ejército más poderoso del mundo: apenas se han conservado unas líneas en las obras de los historiadores romanos. La literatura florece donde escasea la información. A la creatividad le conviene nadar en las aguas cuyo fondo no se distingue. Venía a decir Nietzsche que demasiada historia era nociva para la vida. No sé. Sí pienso que hace innecesaria la imaginación y, por tanto, inhibe la literatura.
El escritor Howard Fast puso el punto final a su novela Espartaco en 1951. Por entonces acababa de abandonar la prisión de Mill Point, tras cumplir condena por su apoyo a un colectivo que había financiado en Francia la construcción de un hospital, destinado a los refugiados de la República Española, y por negarse a facilitar los nombres de sus compañeros. Era en Estados Unidos la época del "pequeño terror" ( small terror), consecuencia de la paranoia anticomunista capitaneada por el senador Joseph McCarthy y articulada mediante el célebre Comité de Actividades Antiestadounidenses. Cientos de intelectuales y artistas y miles de trabajadores activistas fueron juzgados, o excluidos de las industrias en las que hasta entonces habían desarrollado sus tareas, o simplemente amedrentados. Escribe Howard Fast en sus memorias, Being Red, inéditas en español, que entre 1945 y 1952 el "FBI siguió un juego estúpido con nosotros", de lo cual resultó un informe de la agencia federal en el que se detallaban todos los actos "decentes que acometí en mi vida". "En estas páginas, no hay crímenes, ni infracciones de la ley, no se documenta ningún acto malvado, ni antiestadounidense, ni indecente..."
Howard Fast, nacido en Nueva York en 1914, había ingresado en el Partido Comunista de Estados Unidos al calor de la Segunda Guerra Mundial. Lo abandonaría en 1956, junto con dos tercios de sus militantes, tras la publicación del informe secreto de Kruschev en el que se denunciaban los crímenes del período estalinista. De modo que Espartaco, la narración de los esclavos que se rebelan contra un régimen opresor, fue escrita en una época particularmente siniestra de la historia de Estados Unidos. Aunque ya era un escritor de éxito, el original de la novela fue rechazado por todos los editores a los que lo envió, unos porque habían recibido amenazas directas de los servicios secretos, otros porque habían decidido acomodarse al clima dominante. El problema no residía en el texto, "una novela entretenida y muy significativa sobre Espartaco y la revuelta de esclavos", según consta en el informe de lectura interno de la editorial Little y Brown. De hecho, según el mismo lector: "No tengo la menor duda de que si esta novela estuviera firmada por un autor distinto de Howard Fast, se convertiría en un éxito de ventas". La censura a veces no ha temido tanto al texto como al autor; lo imprevisible no es lo ya escrito, sino lo que pueda escribirse en el futuro. Sobre los libros se pueden hacer comentarios de texto, pero algunos autores pueden hacer comentarios sobre la realidad. Finalmente autoeditada, de Espartaco se vendieron los primeros meses cuarenta mil ejemplares sólo en Estados Unidos, pese a las dificultades de distribución.
De esta historia, nosotros hemos conocido la versión cinematográfica producida por Hollywood años después, en 1960, con guión adaptado por Dalton Trumbo -otro escritor perseguido-, y protagonizada por Kirk Douglas. Aunque fue dirigida por Stanley Kubrick, no se le puede atribuir la creación de la película, pues se sumó a ésta cuando ya estaba planificada por completo y el rodaje había comenzado. Existe una diferencia fundamental entre la novela y la película. Mientras que ésta narra la peripecia legendaria de los gladiadores, la novela está protagonizada por los romanos. Este cambio de perspectiva, en las manos de un escritor de talento inmenso, tiene una consecuencia necesaria: su Espartaco nos sumerje sin contemplaciones en el carácter de la época. El mito del esclavo rebelde, pero mártir, que a veces atormentará a los romanos cuando viajen en litera sobre los hombros de los esclavos, cuando se hagan afeitar y lavar por las manos de los esclavos, pertenece en definitiva a los propios romanos.
Los historiadores señalan que coincidiendo con la guerra de los gladiadores se produjeron diversos cambios en la legislación de la esclavitud. Tras la completa arbitrariedad inicial, con el tiempo se les fueron concediendo algunos derechos pasivos, como el de mantener unida a la familia en caso de venta, y se articularon algunas medidas para la promoción individual. Podría considerarse una estrategia de división. La esclavitud no fue abolida; sólo puede hablarse de una suavización del trato. La esclavitud, auténtica base de la organización productiva de Roma, no hizo sino aumentar. Durante el gobierno del emperador Tiberio (14-37 d.C.), a un ciudadano que dispusiera de sólo diez esclavos se le consideraba pobre. Era habitual la posesión de doscientos. No sólo se encargaban del servicio doméstico o de las tareas más rudas, como el cultivo de las tierras o la extracción de plata en las minas de Cartagena, donde se dice que se hacinaban cuarenta mil. Había esclavos profesores e ingenieros, administrativos y contables, escultores; unos eran propiedad de particulares, otros del estado, a cuyas órdenes ejecutaban las obras públicas, los acueductos, las vías. Incluso existía un esclavo nomenclator , con la función de apuntar a su amo los nombres de sus numerosos esclavos.
Aunque Howard Fast, en el prólogo a la primera edición, descartaba un paralelismo entre la novela y la situación política y social de Estados Unidos, aunque había puesto todo su esfuerzo y su talento para penetrar en la cosmovisión romana y para esclarecer un caso universal de revuelta contra la opresión, las interpretaciones sobre Espartaco se teñirían del sabor y los prejuicios de nuestra propia época.
Los intentos por asimilar la revuelta de los gladiadores a unos principios actuales, o incluso a una ideología, resultan inútiles. No podría sostenerse que Espartaco fuera socialista. A fin de cuentas, el socialismo, desde los posteriormente llamados por Marx "socialistas utópicos" del siglo XIX, es un modo de organización económica alternativa al capitalismo moderno. Tampoco puede asegurarse que la rebelión fuera inspirada por los ecos de las democracias antiguas. Estas experiencias habían fracasado mucho tiempo antes, casi tres siglos. Es probable que los esclavos ni siquiera tuvieran noticia de ellas. Por otra parte, democracias como la ateniense estuvieron limitadas a una ciudadanía de origen, de la que se excluía a los esclavos, que caían en tal condición al ser apresados en las guerras o por causas diversas, como el impago de deudas. Tampoco se podría identificar su revuelta con el comunismo moderno. Los actuales partidos comunistas europeos, cuyos programas son vagamente socialdemócratas, en la práctica se limitan a luchar dignamente por preservar los beneficios del estado del bienestar. Habría más puntos de conexión con el ideal comunista en sentido estricto. El comunismo antiguo, "la edad dorada", aquella en la que no existía "ni tuyo ni mío", no era en la época de Roma una utopía, sino la organización cotidiana de los pueblos nómadas, fundamentada en la ley colectiva y la comunidad de bienes y de personas, sin reconocimiento del derecho individual ni posibilidad alguna de pluralidad. De hecho, cuando los gladiadores y el resto de los esclavos, oprimidos en el tejido social romano, emprenden el camino de la rebelión, no tendrán más alternativa que adoptar una organización militar y una economía de guerra, centralizando todas las decisiones. Sin embargo, el imaginario de un colectivo y su realidad organizativa a menudo difieren. De su organización no podemos deducir que anhelaran establecer una comunidad a semejanza de los pueblos bárbaros. Los hechos parecen señalar en otra dirección, o incluso indicar la falta de una dirección precisa.
Sabemos que Espartaco fue justo y que, tal como nos gusta pensar, era un hombre inteligente y sensible. Piénsese en un ejército improvisado de varias decenas de miles de esclavos recién liberados, de todas las edades, ancianos y niños, hombres y mujeres, recorriendo las tierras itálicas. Aunque en la versión cinematográfica se representa una entrega voluntaria y festiva de alimentos y regalos por parte de unos pobladores, los esclavos saquearon a su paso numerosos pueblos y ciudades. ¿Cómo evitarlo? Los historiadores recogen que Espartaco corrigió y castigó los excesos de los grupos de incontrolados y que trató a los prisioneros con humanidad.
Los acontecimientos de la historia están pegados a unas circunstancias concretas, tienen un lugar y un tiempo. En el desarrollo de la guerra de los gladiadores, hay una circunstancia que me sobrecoge. Se trata de ese vuelo caótico a lo largo y ancho de la península itálica, primero hacia el sur, luego del sur al norte y de nuevo al sur. Esta evolución no puede explicarse simplemente por la presión de las legiones romanas. Varias preguntas surgen con naturalidad: por qué no se establecieron en una ciudad y se hicieron fuertes en ella, por qué no abandonaron las tierras de Roma cuando tuvieron los Alpes a la vista. O mejor aún: ¿por qué no conquistaron la urbe cuando la tenían al alcance de la mano?
Algún historiador explica que los esclavos sabían que no podían transformar la organización productiva de Roma. Es posible, pero esta reflexión atribuye a nuestros actos una racionalidad que no siempre es determinante. Eunus, el líder de otra revuelta de esclavos que tuvo lugar décadas antes en Sicilia, soliviantó a sus seguidores con profecías. No podemos descartar la influencia de augurios y presagios en los movimientos erráticos de los esclavos, pero esta posibilidad tampoco tendría especial relevancia. La misma Roma no era ajena a ellos y con frecuencia las decisiones de su estado se justificaban de este modo. La racionalidad política es una característica de la modernidad. Pero ¿no son las profecías la expresión de una causa y de un deseo?
Poder salir de la península y no salir, poder vencer y no vencer. Se diría que los esclavos liberados no podían abandonar Roma ni dejarse abrazar por ella. Eran romanos, esclavos romanos, unos habían nacido en la civilización romana, muchos otros habían sido contaminados definitivamente por su cultura. Ya no sentían como propio el mundo de los bárbaros, pero el universo romano los oprimía. Para esta contradicción, el mundo antiguo aún no había inventado una síntesis. Cuando Roma los masacró y castigó con infinita crueldad, estaba restableciendo un orden que condenaba a unos de nuevo a la esclavitud, pero también estaba condenándose a sí misma al abandono progresivo de la vía republicana y sus instituciones, para consagrar al ejército, la conspiración y la fuerza bruta como los factores determinantes.
El mito romano de Espartaco sería útil para una democracia de iguales y de libres si pudiéramos aislar los días en que un puñado de gladiadores se rebelaron en una escuela de entrenamiento. Pero los mitos no se compran por piezas. El martirio ejemplarizante, el escarmiento, es el desenlace de una revuelta que hizo flotar en el mar brutal de la Antigüedad una barca de ilusión. Si hoy día la historia de Espartaco y tantos esclavos anónimos nos sigue conmoviendo no es tanto por haber sembrado una esperanza que se frustró, como por su intuición de que el orden romano era injusto. También por el magnífico gesto, pleno de realidad, de haber mirado a los ojos al cónsul y, quizá, haberle dicho que nadie debería decidir por otros lo que otros pueden decidir por sí mismos, que ninguna persona es por nacimiento ni por privilegio más que cualquier otra.
Este artículo fue escrito por José Marzo, www.Rebelión.org
Pero estos romanos eran los mismos que se complacían con el espectáculo de dos hombres batiéndose por su vida. Habían pasado casi siete siglos desde que Rómulo fundó Roma. Aquel poblado entre siete colinas junto al río T íber era ya una ciudad grande y próspera. Que Roma fuera la ciudad más poderosa del Mediterráneo se debía precisamente a su fuerza, y a la crueldad con que tal fuerza se aplicaba. El castigo brutal de un criminal o de un rebelde no era ninguna novedad. Roma había sometido una a una a todas las ciudades enemigas, y apenas setenta años antes había vencido finalmente a su rival, la africana Cartago, de la que no había dejado piedra sobre piedra. No sólo destruyó sus ejércitos y sus edificios, sino también su memoria. Una civilización sin historia es una civilización definitivamente vencida. De sus rascacielos y de su puerto seguro, soberbia obra de ingeniería en la costa norteafricana de la actual Túnez, sólo quedan trazas que los arqueólogos se empeñan en desenterrar. Roma, que no toleraba traidores, toleraba menos la rivalidad. En la Antigüedad, aun más que en el mundo contemporáneo, el poder se basaba en la fuerza de los ejércitos y sólo podía perdurar si se dominaba sin sombra de duda, de un modo incontestado y absoluto.
Precisamente de Cartago había importado Roma el castigo de la crucifixión. El crucificado agonizaba durante días, hasta cuatro, mientras su cuerpo se iba deformando. Para evitar que se hinchara como una vejiga, se le producía un corte para que sangrara, y de este modo también se adelantaba su final. No era la única técnica importada de Cartago. De ella también habían copiado el régimen de explotación latifundista de los cultivos. A la larga, este proceso de concentración económica sería uno de los factores del declinar de la república romana; como si antes de perecer, la enferma Cartago hubiera inoculado en Roma el virus de su propia decadencia. Cuando la masacre de esclavos tuvo lugar, en el 71 antes de Cristo, ya gobernaba en Roma la última generación de republicanos. Apenas veinte años después, en el 49 a.C., César y sus legiones pasaron el Rubicón, el humilde río situado en la frontera, lo que en la práctica desencadenó la guerra civil e implicó el sometimiento definitivo de las instituciones republicanas a las decisiones del ejército.
La rebelión de los esclavos tuvo lugar en el 73 a.C., cuando un grupo de gladiadores se sublevó en una escuela de entrenamiento en Capua. Su líder, Espartaco, era un tracio que había servido en el ejército de Roma, del que había desertado. Durante un tiempo vivió como partisano, pero fue detenido y vendido en el mercado de esclavos, tal como estipulaba la ley. Los gladiadores fugados se hicieron fuertes en las laderas del Vesubio. Vencieron sucesivamente a los contingentes militares enviados por el Senado y fueron aumentando su número, gracias a las incorporaciones de nuevos esclavos que, estimulados por sus victorias, huían de los pueblos y las tierras junto a los que pasaban. Desde la región de Campania, una multitud de varios miles de liberados marchó al sur, hacia Lucania, la actual Basilicata. Un grupo de germanos, que se había escindido del cuerpo principal y estaba comandado por el gladiador Crixus, fue derrotado por los nuevos cónsules enviados para someterlos. El ejército de Espartaco regresó al norte para enfrentarse a los cónsules, que también fueron derrotados. En su campaña victoriosa, se habían acercado a la frontera norte de los territorios romanos, tenían los Alpes a la vista, pero los esclavos se negaron a abandonar la península itálica y volvieron sobre sus pasos. Se encaminaron entonces hacia la misma Roma, que, debilitada, era una presa fácil. Sin embargo, pasaron de largo y continuaron hacia el sur, de nuevo a Lucania, y de aquí hacia el estrecho de Mesina, con el propósito de embarcar rumbo a la isla de Sicilia. No fue posible, debido a la traición de los piratas que habían acordado proveerles de barcos, y los esclavos se encontraron encerrados en esta estrecha y árida franja de tierra, entre la costa y una larga fosa excavada por el ejército romano a las órdenes de Craso. Según algunos historiadores, esta fosa pudo tener varias decenas de kilómetros de largo. No obstante, Espartaco rompió las defensas romanas y avanzó hacia el norte. En este momento, el ejército rebelde, formado por sesenta mil personas, era de nuevo la fuerza más poderosa en la península itálica. Fueron las divisiones internas las que precipitaron su final. Los galos y los germanos se escindieron del grueso del ejército y fueron derrotados, y posteriormente lo sería el contingente mayor, dirigido por Espartaco, en Calabria.
No es mucho más lo que se sabe sobre la guerra que sostuvieron los gladiadores, que durante dos años trataron en pie de igualdad al ejército más poderoso del mundo: apenas se han conservado unas líneas en las obras de los historiadores romanos. La literatura florece donde escasea la información. A la creatividad le conviene nadar en las aguas cuyo fondo no se distingue. Venía a decir Nietzsche que demasiada historia era nociva para la vida. No sé. Sí pienso que hace innecesaria la imaginación y, por tanto, inhibe la literatura.
El escritor Howard Fast puso el punto final a su novela Espartaco en 1951. Por entonces acababa de abandonar la prisión de Mill Point, tras cumplir condena por su apoyo a un colectivo que había financiado en Francia la construcción de un hospital, destinado a los refugiados de la República Española, y por negarse a facilitar los nombres de sus compañeros. Era en Estados Unidos la época del "pequeño terror" ( small terror), consecuencia de la paranoia anticomunista capitaneada por el senador Joseph McCarthy y articulada mediante el célebre Comité de Actividades Antiestadounidenses. Cientos de intelectuales y artistas y miles de trabajadores activistas fueron juzgados, o excluidos de las industrias en las que hasta entonces habían desarrollado sus tareas, o simplemente amedrentados. Escribe Howard Fast en sus memorias, Being Red, inéditas en español, que entre 1945 y 1952 el "FBI siguió un juego estúpido con nosotros", de lo cual resultó un informe de la agencia federal en el que se detallaban todos los actos "decentes que acometí en mi vida". "En estas páginas, no hay crímenes, ni infracciones de la ley, no se documenta ningún acto malvado, ni antiestadounidense, ni indecente..."
Howard Fast, nacido en Nueva York en 1914, había ingresado en el Partido Comunista de Estados Unidos al calor de la Segunda Guerra Mundial. Lo abandonaría en 1956, junto con dos tercios de sus militantes, tras la publicación del informe secreto de Kruschev en el que se denunciaban los crímenes del período estalinista. De modo que Espartaco, la narración de los esclavos que se rebelan contra un régimen opresor, fue escrita en una época particularmente siniestra de la historia de Estados Unidos. Aunque ya era un escritor de éxito, el original de la novela fue rechazado por todos los editores a los que lo envió, unos porque habían recibido amenazas directas de los servicios secretos, otros porque habían decidido acomodarse al clima dominante. El problema no residía en el texto, "una novela entretenida y muy significativa sobre Espartaco y la revuelta de esclavos", según consta en el informe de lectura interno de la editorial Little y Brown. De hecho, según el mismo lector: "No tengo la menor duda de que si esta novela estuviera firmada por un autor distinto de Howard Fast, se convertiría en un éxito de ventas". La censura a veces no ha temido tanto al texto como al autor; lo imprevisible no es lo ya escrito, sino lo que pueda escribirse en el futuro. Sobre los libros se pueden hacer comentarios de texto, pero algunos autores pueden hacer comentarios sobre la realidad. Finalmente autoeditada, de Espartaco se vendieron los primeros meses cuarenta mil ejemplares sólo en Estados Unidos, pese a las dificultades de distribución.
De esta historia, nosotros hemos conocido la versión cinematográfica producida por Hollywood años después, en 1960, con guión adaptado por Dalton Trumbo -otro escritor perseguido-, y protagonizada por Kirk Douglas. Aunque fue dirigida por Stanley Kubrick, no se le puede atribuir la creación de la película, pues se sumó a ésta cuando ya estaba planificada por completo y el rodaje había comenzado. Existe una diferencia fundamental entre la novela y la película. Mientras que ésta narra la peripecia legendaria de los gladiadores, la novela está protagonizada por los romanos. Este cambio de perspectiva, en las manos de un escritor de talento inmenso, tiene una consecuencia necesaria: su Espartaco nos sumerje sin contemplaciones en el carácter de la época. El mito del esclavo rebelde, pero mártir, que a veces atormentará a los romanos cuando viajen en litera sobre los hombros de los esclavos, cuando se hagan afeitar y lavar por las manos de los esclavos, pertenece en definitiva a los propios romanos.
Los historiadores señalan que coincidiendo con la guerra de los gladiadores se produjeron diversos cambios en la legislación de la esclavitud. Tras la completa arbitrariedad inicial, con el tiempo se les fueron concediendo algunos derechos pasivos, como el de mantener unida a la familia en caso de venta, y se articularon algunas medidas para la promoción individual. Podría considerarse una estrategia de división. La esclavitud no fue abolida; sólo puede hablarse de una suavización del trato. La esclavitud, auténtica base de la organización productiva de Roma, no hizo sino aumentar. Durante el gobierno del emperador Tiberio (14-37 d.C.), a un ciudadano que dispusiera de sólo diez esclavos se le consideraba pobre. Era habitual la posesión de doscientos. No sólo se encargaban del servicio doméstico o de las tareas más rudas, como el cultivo de las tierras o la extracción de plata en las minas de Cartagena, donde se dice que se hacinaban cuarenta mil. Había esclavos profesores e ingenieros, administrativos y contables, escultores; unos eran propiedad de particulares, otros del estado, a cuyas órdenes ejecutaban las obras públicas, los acueductos, las vías. Incluso existía un esclavo nomenclator , con la función de apuntar a su amo los nombres de sus numerosos esclavos.
Aunque Howard Fast, en el prólogo a la primera edición, descartaba un paralelismo entre la novela y la situación política y social de Estados Unidos, aunque había puesto todo su esfuerzo y su talento para penetrar en la cosmovisión romana y para esclarecer un caso universal de revuelta contra la opresión, las interpretaciones sobre Espartaco se teñirían del sabor y los prejuicios de nuestra propia época.
Los intentos por asimilar la revuelta de los gladiadores a unos principios actuales, o incluso a una ideología, resultan inútiles. No podría sostenerse que Espartaco fuera socialista. A fin de cuentas, el socialismo, desde los posteriormente llamados por Marx "socialistas utópicos" del siglo XIX, es un modo de organización económica alternativa al capitalismo moderno. Tampoco puede asegurarse que la rebelión fuera inspirada por los ecos de las democracias antiguas. Estas experiencias habían fracasado mucho tiempo antes, casi tres siglos. Es probable que los esclavos ni siquiera tuvieran noticia de ellas. Por otra parte, democracias como la ateniense estuvieron limitadas a una ciudadanía de origen, de la que se excluía a los esclavos, que caían en tal condición al ser apresados en las guerras o por causas diversas, como el impago de deudas. Tampoco se podría identificar su revuelta con el comunismo moderno. Los actuales partidos comunistas europeos, cuyos programas son vagamente socialdemócratas, en la práctica se limitan a luchar dignamente por preservar los beneficios del estado del bienestar. Habría más puntos de conexión con el ideal comunista en sentido estricto. El comunismo antiguo, "la edad dorada", aquella en la que no existía "ni tuyo ni mío", no era en la época de Roma una utopía, sino la organización cotidiana de los pueblos nómadas, fundamentada en la ley colectiva y la comunidad de bienes y de personas, sin reconocimiento del derecho individual ni posibilidad alguna de pluralidad. De hecho, cuando los gladiadores y el resto de los esclavos, oprimidos en el tejido social romano, emprenden el camino de la rebelión, no tendrán más alternativa que adoptar una organización militar y una economía de guerra, centralizando todas las decisiones. Sin embargo, el imaginario de un colectivo y su realidad organizativa a menudo difieren. De su organización no podemos deducir que anhelaran establecer una comunidad a semejanza de los pueblos bárbaros. Los hechos parecen señalar en otra dirección, o incluso indicar la falta de una dirección precisa.
Sabemos que Espartaco fue justo y que, tal como nos gusta pensar, era un hombre inteligente y sensible. Piénsese en un ejército improvisado de varias decenas de miles de esclavos recién liberados, de todas las edades, ancianos y niños, hombres y mujeres, recorriendo las tierras itálicas. Aunque en la versión cinematográfica se representa una entrega voluntaria y festiva de alimentos y regalos por parte de unos pobladores, los esclavos saquearon a su paso numerosos pueblos y ciudades. ¿Cómo evitarlo? Los historiadores recogen que Espartaco corrigió y castigó los excesos de los grupos de incontrolados y que trató a los prisioneros con humanidad.
Los acontecimientos de la historia están pegados a unas circunstancias concretas, tienen un lugar y un tiempo. En el desarrollo de la guerra de los gladiadores, hay una circunstancia que me sobrecoge. Se trata de ese vuelo caótico a lo largo y ancho de la península itálica, primero hacia el sur, luego del sur al norte y de nuevo al sur. Esta evolución no puede explicarse simplemente por la presión de las legiones romanas. Varias preguntas surgen con naturalidad: por qué no se establecieron en una ciudad y se hicieron fuertes en ella, por qué no abandonaron las tierras de Roma cuando tuvieron los Alpes a la vista. O mejor aún: ¿por qué no conquistaron la urbe cuando la tenían al alcance de la mano?
Algún historiador explica que los esclavos sabían que no podían transformar la organización productiva de Roma. Es posible, pero esta reflexión atribuye a nuestros actos una racionalidad que no siempre es determinante. Eunus, el líder de otra revuelta de esclavos que tuvo lugar décadas antes en Sicilia, soliviantó a sus seguidores con profecías. No podemos descartar la influencia de augurios y presagios en los movimientos erráticos de los esclavos, pero esta posibilidad tampoco tendría especial relevancia. La misma Roma no era ajena a ellos y con frecuencia las decisiones de su estado se justificaban de este modo. La racionalidad política es una característica de la modernidad. Pero ¿no son las profecías la expresión de una causa y de un deseo?
Poder salir de la península y no salir, poder vencer y no vencer. Se diría que los esclavos liberados no podían abandonar Roma ni dejarse abrazar por ella. Eran romanos, esclavos romanos, unos habían nacido en la civilización romana, muchos otros habían sido contaminados definitivamente por su cultura. Ya no sentían como propio el mundo de los bárbaros, pero el universo romano los oprimía. Para esta contradicción, el mundo antiguo aún no había inventado una síntesis. Cuando Roma los masacró y castigó con infinita crueldad, estaba restableciendo un orden que condenaba a unos de nuevo a la esclavitud, pero también estaba condenándose a sí misma al abandono progresivo de la vía republicana y sus instituciones, para consagrar al ejército, la conspiración y la fuerza bruta como los factores determinantes.
El mito romano de Espartaco sería útil para una democracia de iguales y de libres si pudiéramos aislar los días en que un puñado de gladiadores se rebelaron en una escuela de entrenamiento. Pero los mitos no se compran por piezas. El martirio ejemplarizante, el escarmiento, es el desenlace de una revuelta que hizo flotar en el mar brutal de la Antigüedad una barca de ilusión. Si hoy día la historia de Espartaco y tantos esclavos anónimos nos sigue conmoviendo no es tanto por haber sembrado una esperanza que se frustró, como por su intuición de que el orden romano era injusto. También por el magnífico gesto, pleno de realidad, de haber mirado a los ojos al cónsul y, quizá, haberle dicho que nadie debería decidir por otros lo que otros pueden decidir por sí mismos, que ninguna persona es por nacimiento ni por privilegio más que cualquier otra.
Este artículo fue escrito por José Marzo, www.Rebelión.org
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